Se
muestra insaciable. Cuando lo tiene en su mano, mira con un poco de desdén y da
muestras de ligero desprecio. Lo hace siempre cuando está presente. Cuando le
habla todas las noches. Cuando se lo imagina en su cama observando el techo sin
dormir y pensando en ella. Cuando fantasea con que ocupa un puesto importante
en su misterioso corazón. Y entonces desaparece y surge la duda, surge la
dependencia estúpida y ciega. La dependencia a una idea vacía, inventada. La
dependencia a una proyección de sus propias inseguridades y dudas. Y es que
cada vez que sucede no son los ojos de él los recuerda sino los suyos propios. Y
cuando cree sentirlo, cuando cree echarlo de menos sólo se está sintiendo a sí
misma, sólo echa de menos el interior que jamás llenó su vacío.