jueves, 10 de diciembre de 2015

Insaciable

Se muestra insaciable. Cuando lo tiene en su mano, mira con un poco de desdén y da muestras de ligero desprecio. Lo hace siempre cuando está presente. Cuando le habla todas las noches. Cuando se lo imagina en su cama observando el techo sin dormir y pensando en ella. Cuando fantasea con que ocupa un puesto importante en su misterioso corazón. Y entonces desaparece y surge la duda, surge la dependencia estúpida y ciega. La dependencia a una idea vacía, inventada. La dependencia a una proyección de sus propias inseguridades y dudas. Y es que cada vez que sucede no son los ojos de él los recuerda sino los suyos propios. Y cuando cree sentirlo, cuando cree echarlo de menos sólo se está sintiendo a sí misma, sólo echa de menos el interior que jamás llenó su vacío. 

lunes, 9 de noviembre de 2015

"Aquí y ahora"

Cuando lo tenía delante no paraba de pensar en lo que debía hacer para mañana. Cuando sus sentidos no lo percibían no podía dejar de pensar en ello. No tenía consciencia real de los sabores, olores o colores, se podría decir que no tenía consciencia ni de su propio cuerpo. Soñaba con un futuro lejano que no llegaba, y cuando llegaba se angustiaba proyectándose en la nostalgia del pasado. Fue solo y solamente un minuto antes de morir, poco antes de dejar realmente de sentir, cuando por su mente pasaron las palabras “aquí y ahora”. Vivió  por primera vez y por última el presente. Pero entonces… entonces ya era demasiado tarde. 

miércoles, 28 de octubre de 2015

Cruzando una línea

Sudor en la frente. Una zancada tras otra. Las manos escuecen. Otra zancada y el corazón que se me sale del pecho. Decenas de veces el mismo o parecidos caminos. Decenas de veces han sido, y sin embargo, no para de sorprenderme la intensidad con la que puede golpearme, y de lo mucho que puede retumbar en mis oídos un corazón asustado. Bocanadas de aire asfixiante, desesperados "robos" de un aire del que ellos dicen no tengo derecho a respirar.

El cielo oscuro, no veo nada ante mí más que las extrañas sombras de mis pies corriendo a la velocidad que me permite mi espíritu, y mis brazos manteniendo su compás. Imagino el rastro de sangre sobre la tierra que dejo al pasar.  Cuchilladas intensas contra los músculos de mis piernas. Sólo un poco más, sólo un poco más y seré libre. Esa libertad que cuanto más se acerca, más se asemeja a las fauces de un enorme león de colmillos punzantes. Esa libertad amarga que se ha convertido en la única esperanza que me queda para seguir viviendo.

Las imagino a ellas, altas, frías. Recuerdo su horrible tacto metálico y las púas clavándoseme.  La ropa enganchada. Escalofríos. No quiero volver a tener que cruzarlas. No quiero añadir cicatrices a mi cuerpo que me recuerden que no puedo pisar la tierra que tan celosamente guardan. No quiero huir toda mi vida. No quiero sentir dolor. No quiero llorar. Simplemente... no quiero. Tan sólo un poco más.

domingo, 25 de octubre de 2015

De pasos a palabras

Dando pasos adelante, otras veces cayendo hacia atrás. Pero dando pasos al fin y al cabo. Concentrando los esfuerzos en mover los pies, mirando alrededor. Chocando, doliendo, aprendiendo. A veces el barro es tan denso que uno no puede moverse. Por allí creí percibir anulación. Y con el camino las palabras llegan en todas direcciones: dispersas o claras. Traspasan, tocan o se te clavan ardiendo. Y de todas ellas algo se queda, se queda su esencia, su fuerza, o toda ella entera mirándome fijamente. Algo de ella, algo de él y de él. Algo de todos. Trozos que escapan cuando me hablas, fragmentos que vuelan cuando simplemente me muevo. Y el mero eco de ellas en mi cabeza aún sin tener que decir nada.  

lunes, 12 de octubre de 2015

"Vale, es momento de irse"

Abrió el grifo del fregadero de la cocina, el agua salía de forma irregular, se alternaban momentos de menor y mayor presión. Observaba como un idiota como la basura residual de los platos iba bajando por el sumidero. ¿Qué hacía allí? perdiendo el tiempo en algo tan absurdo como observar aquella escena. No lo sabía, quizás tan sólo era una imagen de todo lo que representaba su vida en aquel momento: fluctuante, repleta de subidas y bajadas que no llevaban a nada. El agua no dejaba de salir a gran velocidad, casi de la misma forma que la vida pasaba ante sus ojos.

A veces se sentía como un director de cine al que habían relegado a eterno espectador, y que no podía intervenir en su propia película. Todas aquellas personas con las que alguna vez había hablado, compartido momentos, pasaban fugaces, a una velocidad vertiginosa, inhumana, incomprensible para él. Hacía años que los recuerdos en su vida eran difusos, se sentía invisible, y cuando intentaba recordar sus interacciones con la gente, le daba la sensación de haber permanecido en todo momento dentro de una densa burbuja. ¿Había reído inoportunamente ante aquel comentario que hizo ayer Ana? Si… tal vez. También había comentado lo mal que estaba el tiempo últimamente en su ciudad anoche, en aquella situación tan tensa en el ascensor para subir a casa… Ninguna conversación realmente profunda reciente que recordara. Si… aquellas conversaciones “profundas” de las que hacía gala tiempo atrás, de aquellas que te hacían sentir casi superior, y que quizás únicamente demostraran lo verdaderamente gilipollas y elitista que era.

El agua comenzó a acumularse en el fregadero, el desagüe se había atascado con la roña de los platos sucios. Cuando quiso darse cuenta el líquido ya resbalaba en cantidades considerables por el metal hasta caer al suelo. Su capacidad de reacción había disminuido hacía tiempo, lo notaba, era consciente de ello. Y sin embargo, aunque sabía que debía cerrar el grifo cuanto antes, se quedó un buen rato más mirando idiotizado aquel simple pero atrayente espectáculo acuático.  Sin embargo, algo se encendió dentro de él, un haz de luz, de esos que se gestan en el centro del cerebro pero que recorren rápidamente todo el sistema nervioso ofreciendo un cálido chute de adrenalina.

Quizás era el momento de actuar, quizás podría dejar de perder el tiempo mirando sin hacer nada. Construirse una historia. Sí eso mismo... Miró el reloj. ¿Por qué estaba todo tan oscuro? Las diez y media. Los platos sucios se amontonaban en enormes torres tambaleantes. Su pasatiempo favorito, jugar al tetris con la losa sucia. También podría empezar de una puta vez a limpiarlos. Ese podría ser un buen comienzo, pero se había decidido a hacerlo hacía ya una hora, ¿o eran dos? ¿Se había anulado tanto que ya ni tan siquiera era capaz de hacer una tarea tan sencilla como aquella?

"Soy un triste" pensó.

Pero la adrenalina seguía dentro de su cuerpo, le gritaba con urgencia un cambio, algún recuerdo atractivo. Miró los platos y se dejó llevar, su mano actuó casi como con consciencia propia, se movía  de un lado a otro destruyendo aquellas bonitas torres de platos sucios, que en el fondo tanto le había costado edificar. “Quizás me arrepienta de esto mañana… Pero que le jodan”. Los platos y vasos estallaban contra el suelo y se expandían por toda la cocina. El espectáculo continuó hasta que algún vecino golpeó fuertemente con un palo el suelo que casualmente coincidía con su techo. “Vale, es momento de irse.”
Cogió un billete de cincuenta, esta noche iba a cogérsela bien, y salió del apartamento dando un importante y estrepitoso portazo. 

domingo, 11 de octubre de 2015

Nació llena de huecos

Y estás en tu cuarto, en esas cuatro paredes que se aferran a lo más profundo de ti, que te ahogan pero que al mismo tiempo tanto necesitas. Estás en tu cuarto y algo en ti te grita muy dentro, pues el tiempo pasa, lento, frustrante, vacío…  Casi puedes escuchar el tic tac de las manecillas, aunque allí no haya ningún reloj. Tu cabeza se sumerge en ideas coléricas, gastadas quizás demasiado usadas. Andas perdido, buscas algún escape con el que poder mascar algunos minutos, una chispa interesante que desate un algo. La vida es jodida si, apenas hay calderilla en tu cartera, no reconoces a los que de niño quisiste, y ya no sabes muy bien  si es tu familia la que te odia o eres tú quien la odia a ella.

Esa idea obsesiva aparece sin esperarlo frente a tu puerta. En las otras cuatro paredes que te retienen, que son más amplias sí, recorren las varias decenas de calles de tu barrio, pero que no dejan de ser paredes que retienen. Nunca fuiste de leer, pero ese algo que se muestra frente a ti se te antoja llamativo, atrayente. Coges el libro en mayúsculas y lo lees. Y nace una idea. Comienza siendo una idea pequeña, frágil, se tambalea fácilmente cuando alguien intenta desmontarla. Pero la vas rellenando de palabras duras, de emociones rotas, y va creciendo. Pero aunque tú no lo sepas, nació llena de huecos. Y aunque te pese, anida el vacío de recuerdos agrios, el vacío de tu baja autoestima, el vacío de tu dependencia ciega a los que te rodean. El vacío de una madre que te dio la espalda, el vacío de tu guía muerto. El vacío de la traición. El vacío del propio vacío.

Pero ahora todo es más fácil, rodeado por aquellos que dicen poseer la verdad absoluta. El fanatismo. El extremo donde la norma es muy sencilla. Es o no es, y todo aquel que no lo comparte: enemigo. Y te sientes grande, tu ego se desborda, te permites mirar por encima del hombro a los que te rodean. Eres alguien. Ellos te dicen “TÚ ERES ALGUIEN”. Sabes la “verdad” cogida con cuatro alfileres. Machacas a quien no la sabe o no la comparte. No existen tonos intermedios, el camino que se muestra ante ti es recto, nunca ha sido más recto. No hay desvíos posibles. Ahora eres parte de un grupo, ahora tienes honor, ellos nunca te abandonarán, porque persigues una idea, la única idea…. Lo que no recuerdas es que nació llena de huecos. Y entre tanto hueco los pilares tiemblan.