Abrió
el grifo del fregadero de la cocina, el agua salía de forma irregular, se
alternaban momentos de menor y mayor presión. Observaba como un idiota como la
basura residual de los platos iba bajando por el sumidero. ¿Qué hacía allí?
perdiendo el tiempo en algo tan absurdo como observar aquella escena. No lo
sabía, quizás tan sólo era una imagen de todo lo que representaba su vida en
aquel momento: fluctuante, repleta de subidas y bajadas que no llevaban a nada.
El agua no dejaba de salir a gran velocidad, casi de la misma forma que la vida
pasaba ante sus ojos.
A veces se sentía como un director de cine al que
habían relegado a eterno espectador, y que no podía intervenir en su propia
película. Todas aquellas personas con las que alguna vez había hablado,
compartido momentos, pasaban fugaces, a una velocidad vertiginosa,
inhumana, incomprensible para él. Hacía años que los recuerdos en su vida eran
difusos, se sentía invisible, y cuando intentaba recordar sus interacciones con
la gente, le daba la sensación de haber permanecido en todo momento dentro de
una densa burbuja. ¿Había reído inoportunamente ante aquel comentario que hizo
ayer Ana? Si… tal vez. También había comentado lo mal que estaba el tiempo
últimamente en su ciudad anoche, en aquella situación tan tensa en el ascensor
para subir a casa… Ninguna conversación realmente profunda reciente que recordara. Si… aquellas conversaciones “profundas” de las que hacía gala tiempo
atrás, de aquellas que te hacían sentir casi superior, y que quizás únicamente demostraran
lo verdaderamente gilipollas y elitista
que era.
El agua
comenzó a acumularse en el fregadero, el desagüe se había atascado con la roña
de los platos sucios. Cuando quiso darse cuenta el líquido ya resbalaba en
cantidades considerables por el metal hasta caer al suelo. Su capacidad de
reacción había disminuido hacía tiempo, lo notaba, era consciente de ello. Y
sin embargo, aunque sabía que debía cerrar el grifo cuanto antes, se quedó un
buen rato más mirando idiotizado aquel simple pero atrayente espectáculo
acuático. Sin embargo, algo se encendió
dentro de él, un haz de luz, de esos que se gestan en el centro del cerebro
pero que recorren rápidamente todo el sistema nervioso ofreciendo un cálido
chute de adrenalina.
Quizás
era el momento de actuar, quizás podría dejar de perder el tiempo mirando sin
hacer nada. Construirse una historia. Sí eso mismo... Miró el reloj. ¿Por qué
estaba todo tan oscuro? Las diez y media. Los platos sucios se amontonaban en
enormes torres tambaleantes. Su pasatiempo favorito, jugar al tetris con la
losa sucia. También podría empezar de una puta vez a limpiarlos.
Ese podría ser un buen comienzo, pero se había decidido a hacerlo hacía ya una
hora, ¿o eran dos? ¿Se había anulado tanto que ya ni tan siquiera era capaz de
hacer una tarea tan sencilla como aquella?
"Soy
un triste" pensó.
Pero la
adrenalina seguía dentro de su cuerpo, le gritaba con urgencia un cambio, algún
recuerdo atractivo. Miró los platos y se dejó llevar, su mano actuó casi como
con consciencia propia, se movía de un
lado a otro destruyendo aquellas bonitas torres de platos sucios, que en el
fondo tanto le había costado edificar. “Quizás me arrepienta de esto mañana…
Pero que le jodan”. Los platos y vasos estallaban contra el suelo y se
expandían por toda la cocina. El espectáculo continuó hasta que algún vecino
golpeó fuertemente con un palo el suelo que casualmente coincidía con su techo.
“Vale, es momento de irse.”
Cogió
un billete de cincuenta, esta noche iba a cogérsela bien, y salió del
apartamento dando un importante y estrepitoso portazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario