lunes, 12 de octubre de 2015

"Vale, es momento de irse"

Abrió el grifo del fregadero de la cocina, el agua salía de forma irregular, se alternaban momentos de menor y mayor presión. Observaba como un idiota como la basura residual de los platos iba bajando por el sumidero. ¿Qué hacía allí? perdiendo el tiempo en algo tan absurdo como observar aquella escena. No lo sabía, quizás tan sólo era una imagen de todo lo que representaba su vida en aquel momento: fluctuante, repleta de subidas y bajadas que no llevaban a nada. El agua no dejaba de salir a gran velocidad, casi de la misma forma que la vida pasaba ante sus ojos.

A veces se sentía como un director de cine al que habían relegado a eterno espectador, y que no podía intervenir en su propia película. Todas aquellas personas con las que alguna vez había hablado, compartido momentos, pasaban fugaces, a una velocidad vertiginosa, inhumana, incomprensible para él. Hacía años que los recuerdos en su vida eran difusos, se sentía invisible, y cuando intentaba recordar sus interacciones con la gente, le daba la sensación de haber permanecido en todo momento dentro de una densa burbuja. ¿Había reído inoportunamente ante aquel comentario que hizo ayer Ana? Si… tal vez. También había comentado lo mal que estaba el tiempo últimamente en su ciudad anoche, en aquella situación tan tensa en el ascensor para subir a casa… Ninguna conversación realmente profunda reciente que recordara. Si… aquellas conversaciones “profundas” de las que hacía gala tiempo atrás, de aquellas que te hacían sentir casi superior, y que quizás únicamente demostraran lo verdaderamente gilipollas y elitista que era.

El agua comenzó a acumularse en el fregadero, el desagüe se había atascado con la roña de los platos sucios. Cuando quiso darse cuenta el líquido ya resbalaba en cantidades considerables por el metal hasta caer al suelo. Su capacidad de reacción había disminuido hacía tiempo, lo notaba, era consciente de ello. Y sin embargo, aunque sabía que debía cerrar el grifo cuanto antes, se quedó un buen rato más mirando idiotizado aquel simple pero atrayente espectáculo acuático.  Sin embargo, algo se encendió dentro de él, un haz de luz, de esos que se gestan en el centro del cerebro pero que recorren rápidamente todo el sistema nervioso ofreciendo un cálido chute de adrenalina.

Quizás era el momento de actuar, quizás podría dejar de perder el tiempo mirando sin hacer nada. Construirse una historia. Sí eso mismo... Miró el reloj. ¿Por qué estaba todo tan oscuro? Las diez y media. Los platos sucios se amontonaban en enormes torres tambaleantes. Su pasatiempo favorito, jugar al tetris con la losa sucia. También podría empezar de una puta vez a limpiarlos. Ese podría ser un buen comienzo, pero se había decidido a hacerlo hacía ya una hora, ¿o eran dos? ¿Se había anulado tanto que ya ni tan siquiera era capaz de hacer una tarea tan sencilla como aquella?

"Soy un triste" pensó.

Pero la adrenalina seguía dentro de su cuerpo, le gritaba con urgencia un cambio, algún recuerdo atractivo. Miró los platos y se dejó llevar, su mano actuó casi como con consciencia propia, se movía  de un lado a otro destruyendo aquellas bonitas torres de platos sucios, que en el fondo tanto le había costado edificar. “Quizás me arrepienta de esto mañana… Pero que le jodan”. Los platos y vasos estallaban contra el suelo y se expandían por toda la cocina. El espectáculo continuó hasta que algún vecino golpeó fuertemente con un palo el suelo que casualmente coincidía con su techo. “Vale, es momento de irse.”
Cogió un billete de cincuenta, esta noche iba a cogérsela bien, y salió del apartamento dando un importante y estrepitoso portazo. 

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