El lobo que acecha en la oscuridad de la sombra de los
árboles se esconde y a veces solo parece ojos. Ojos que juzgan, que crecen y
encojen. Ojos que brillan. Ella mira hacia dentro y solo ve ojos. Se encoje, se
hace pequeña. Ya no hace falta que ningún lobo se la coma, se engulle a sí
misma y desaparece.