viernes, 15 de julio de 2016

Había explotado

Miró hacia abajo y un enorme torrente de energía se escapaba de entre sus piernas. Un potente rayo de luz que atravesaba el suelo de su habitación y que amenazaba con dejarla no sólo desconcertada, sino también ciega. ¿Venía de su interior todo aquello? ¿Qué significaba? Llevaba varios meses sintiendo profundos e interesantes hormigueos que se resbalaban desde la parte inferior de su vientre, hasta aquel pequeño botón rosado que formaba su clítoris. No le dio importancia, lo ignoró una tras otra, tras otra, tras otra vez. Tantas veces que pensó desfallecer o perder su mano al derretirse si intentaba calmarlo. ¿Cuánto tiempo había pasado intentando enmascararlo? ¿Intentando olvidar el nombre que invocaba la imagen de la persona causante de aquellas sensaciones en su cuerpo? Y es que cuanto más intentaba olvidarlo, más se personificaba en su inconsciente, más crecía, más necesitaba alimentarse. Cuanta menos importancia creía otorgarle, más ganaba la importancia engullendo conexiones en su cerebro, acaparando rincones visibles e invisibles. Ahora… ahora era demasiado tarde, había explotado.