Su casa nunca fue hogar de muchos roedores, sin embargo,
últimamente su presencia parecía haberse incrementado peligrosamente. Estaba
segura, y aunque desde hacía algunos meses no había tenido la oportunidad de
verlos directamente, si que escuchaba constantemente sus manitas rascar contra
el suelo de madera de toda la casa. Una vez incluso, le pareció ver una sombra
desde aquel minúsculo agujero de su cuarto que daba directamente al sótano.
Eran curiosas aquellas criaturas, su hiperactividad se incrementaba cuando
estaba sola. Tenía la sensación de estar enloqueciendo, junto al aumento de los
roedores los olores de la casa parecían haberse modificado ligeramente. Además,
a causa del estrés por la plaga también estaba perdiendo memoria, sus cosas a
menudo se extraviaban. Bajó al sótano. Con una mano sobre el picaporte y en la
otra una bolsa de veneno, se dispuso finalmente a enfrentarse a los intrusos.
Sin embargo, cuando abrió la puerta no fueron ratones ni ratas lo que encontró.
Frente a ella: fotografías suyas mientras dormía, algunos de sus objetos
perdidos y un cuchillo con una nota: “Juntos para siempre”.
me encanta un psicopata de final...
ResponderEliminar