Acosada por las casualidades,
que bien podrían ser una broma pesada del destino.
A veces miro los surcos de mis manos y me pregunto si no seré media bruja.
Y es que contando estrellas que permanecen muertas pero que nos iluminan,
ahora,
el camino
ridiculizando nuestra existencia.
Escucho su canto.
Melodías que son, en realidad, lecciones.
No pueden verbalizarse,
porque solo se materializan en eso:
casualidades.
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