Se
sorprendió a sí misma mirando fijamente la entrepierna de aquel personaje
absurdo, que se contoneaba entre mujeres desnudas en la pequeña pantalla de su televisor
anticuado. Eran las tres de la mañana, quizás las cuatro o las cinco, poco
importaba. Sobre la mesa varias botellas de cerveza vacías y trozos de hierba
desparramados. Ojos hinchados. Su mirada perdida jugaba a zambullirse en
aquella película porno llena de clichés, en la que abundaban las escenas de
penetraciones desenfrenadas y los bailoteos de tetas enormes. Parecía muy concentrada
en todo aquello, aunque era reseñable su rostro inexpresivo y carente de la más
mínima excitación. De repente, apartó la mirada del televisor y decidió que
sería mejor acompañar aquella patética escena de un buen porro reciclado con
las sobras que se esparcían sobre la mesa. Mientras lo liaba se le escapó una
lágrima, tragó ruidosamente saliva para contener el resto y buscó desesperada el mechero. Con la primera calada vino a su mente la odiosa pregunta: "¿Dónde
queda ahora la niña buena?" y mientras sentía como el THC se esparcía en sus
pulmones se auto respondió con un : "que le jodan". Habían discutido
de nuevo, ella llevaba varias horas esperando a que por arte de magia él
entrara por la puerta con una sonrisa y nuevas energías sin viciar. Sin
embargo, él había huido con un sonoro portazo y aunque ella se había rebajado
de nuevo pidiéndole diez mil disculpas, a pesar de haberse prometido no volver
a hacerlo, llevaba ya horas esperándole. Entonces, mientras se perdía entre el denso humo y los gemidos lejanos del televisor, decidió olvidarlo todo y se imaginó tirándose a otros mientras
su cuerpo volaba sobre una suave nube ficticia.
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